Entrevista con Camilo García
"Alfredo es un verdadero regalo para un actor de doblaje"
Una película de culto, ‘Cinema Paradiso’, es la encargada de abrir esta edición del Certamen, y lo hará en un espacio sin igual, el cine El Pinar de Tardelcuende. La película será presentada por Camilo García, encargado de dar voz a Alfredo en la versión doblada al castellano. "Busca algo que te guste, y hagas lo que hagas, ámalo; como amabas la cabina del Cinema Paradiso cuando eras niño", le dice Alfredo a Totó, algo que ya han hecho en Tardelcuende a través de la Asociación Gaya Nuño.
¿Qué supuso para ti doblar al personaje de Alfredo en "Cinema Paradiso"?
En primer lugar supuso mi reencuentro con Philippe Noiret, un actor al que había doblado previamente en un par de ocasiones. La primera fue en ‘Pero… ¿quién mata a los grandes chefs?’ y, después ‘La familia’. Sin embargo, esta iba a ser la película que definiría su carrera; aunque posteriormente también hizo trabajos relevantes para los que volví a prestarle mi voz, como ‘La hija de D’Artagnan’. El amor que siente su personaje por el cine y por el antiguo oficio de proyeccionista, la referencia a clásicos cinematográficos con los que yo mismo he crecido, como Visconti, Ford o Renoir, y la talla interpretativa de Noiret hacían de Alfredo un auténtico regalo para un actor de doblaje. Como curiosidad sería bueno que se supiera que en la versión original de la película Noiret está doblado por un actor de doblaje italiano. Lo que hace que la famosa VO en este caso no sea auténtica.
¿Cómo describirías a tu personaje en esta película?
Alfredo es un personaje definido por su oficio, un proyeccionista de la vieja escuela enamorado de su trabajo. Al igual que la cabina de proyección en la que pasa tantas horas, se presenta como un personaje solitario, hermético, con un carácter agrio, hastiado de la vida hasta que conoce a Salvatore. Es el amor compartido por el cine, así como la pasión que el niño, luego ya joven, siente hacia su oficio, consiguiendo hacer mella en Alfredo, revelándo su gran humanidad. Presenciamos la entrañable naturaleza de su personaje y éste pasa a convertirse en una figura paterna para el muchacho. En este sentido fue fácil para mí identificarme con alguien como Alfredo, pues yo mismo he sido maestro de muchos actores jóvenes que empezaban en este oficio y a los que enseñé del mismo modo y con mucho amor la parte de artesanía de mi profesión. Alfredo vislumbra el gran talento del joven y no quiere que su vida quede marcada por las mismas restricciones de soledad y aislamiento. No consiente que pase toda su vida en un pueblo perdido sin ningún futuro. De ahí que le inste a marcharse para perseguir su sueño, aunque eso suponga dejar atrás a quienes más quiere. Una historia compleja y completa
¿Y la película? ¿Cómo la describes?
Es un claro homenaje al arte cinematográfico, un retrato sentimental de la Italia de la posguerra y una declaración de amor al cine. En ciertos aspectos, rompe cualquier límite temporal y nos habla de sentimientos y lecciones vitales con los que no tenemos más remedio que identificarnos. Y, por supuesto, es una reflexión sobre la amistad y la fuerza de voluntad. En este sentido la película es la suma de varias características cruciales en la elaboración cinematográfica: está dotada de una historia minuciosa, la cual trae consigo un análisis de una época y de un sentimiento expresado con amplia versatilidad técnica en la realización. No hay que olvidar la maravillosa música de Enio Morricone con una partitura muy inspirada y emocionante.
También resulta útil para comprender algunas variantes sociales y políticas que se ejemplifican en el caso de la censura y los cambios que ha sufrido la industria cinematográfica desde los sistemas de proyección hasta la afluencia en las salas y el cierre de muchos cines como le sucede al propio Paradiso. Connotaciones nostálgicas, paso del tiempo, espíritu de sacrificio y retrospectiva vital son otros de los temas relevantes de la película. En última instancia la amistad se presenta como un sentimiento perenne, a pesar de la distancia y la incomunicación.
El personaje de Totó, que en la película está representado siendo niño, adolescente y como hombre maduro, es muy interesante. Se ha convertido en un gran director cinematográfico y gran parte de su personalidad se la debe a las enseñanzas de Alfredo.
Narra la historia de amor al cine, como la protagonizada por El Pinar de Tardelcuende, la sala en la que se va a proyectar. ¿Conoces la iniciativa que ha llevado a reabrir este cine en una localidad de Soria?
Sí, y es algo importantísimo. Un cine que había hecho durante muchos años las delicias de todo un pueblo y se había convertido en el ágora de toda una población en la que se vivían en propias carnes los sueños con apariencia de realidad que se proyectaban en la pantalla. Creo que el esfuerzo del Ayuntamiento, de la Asociación Gaya Nuño y de algunos valientes voluntarios es una magna obra que podría ser denominada quijotesca. Y ha de cundir el ejemplo en todas las poblaciones. Reabrir un gran cine y dotarlo de las comodidades modernas tendría que ser de obligado cumplimiento si queremos que el mundo actual no nos devore. Felicito a los que tuvieron esa maravillosa idea porque a pesar de los adelantos técnicos actuales el volver sencillamente a sentarse en una sala oscura, con un sonido envolvente, con pantalla grande y poder asistir junto a la familia, los amigos y los vecinos a ese espectáculo único que es la proyección en cines es una experiencia que han de volver a tener nuestros hijos, nuestros nietos y todo el mundo que no tenía que haberse olvidado jamás.
Además, estoy muy agradecido a Soria porque fue la tesis doctoral de la profesora Ana María Mallo, de la facultad de Traducción e Interpretación de Soria, sobre mi doblaje de ‘Cyrano de Bergerac’ la que me abrió los lazos de amistad y de cariño hacia esta tierra.
EL RENACER DE EL PINAR DE TARDELCUENDE
El cine El Pinar de Tardelcuende cerró sus puertas el 30 de agosto de 1998 con la proyección de ‘Novio de alquiler’, apagando la luz de sus dos máquinas Philips, que había adquirido en 1962 el Ayuntamiento de Tardelcuende. Treinta y seis años antes se inauguraba por primera vez esta sala con la presencia de las autoridades políticas y religiosas del momento y bajo la alcaldía de Daniel Las Heras. Contaba con 400 butacas, todo un lujo para sus 1.000 habitantes.
La valiente reapertura del cine, este verano, se convirtió en realidad gracias al empeño puesto por los componentes de la Asociación Cultural Gaya Nuño apoyados en todo momento por el Ayuntamiento de Tardelcuende. Gracias a ellos, El Pinar ha vuelto a abrir sus puertas, y lo ha hecho convertido en un punto de encuentro entre la cultura y el medio rural. Una historia de amor por el cine, como la narrada en ‘Cinema Paradiso’.