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Entrevista con Diego Sabanés

Diego Sabanés. Foto Fani Constantinou Diego Sabanés. Foto Fani Constantinou

Diego Sabanés: “La sociedad actual es mucho más equitativa que hace 50 años pero aún así tenemos que seguir trabajando para garantizar que todos nos sintamos integrados”

Diego Sabanés nació en Buenos Aires y vive desde hace años en España, desde que llegó con una beca del programa Ibermedia. Ha realizado varios cortos y el largo “Mentiras piadosas”, sobre cuentos de su compatriota Julio Cortázar. Además de trabajar en varias series (Gran Hotel, Cuéntame cómo pasó...) ha sido uno de los cineastas del programa de Residencias de la Academia de Cine.

 

Llega este sábado a Soria a presentar el documental sobre la revista Zero, del que es guionista. La película está dirigida por Damián Ainstein y producida por ambos junto a Mario Suárez, con el apoyo de la Comunidad de Madrid y de Movistar. Entre sus entrevistados aparecen compartiendo sus historias Anabel Alonso, Boris Izaguirre, Jesús Vázquez, Nacho Duato, Eduardo Casanova, Carla Antonelli y muchos otros.

¿Cómo nace el proyecto del documental Zero, la revista que sacó a un país del armario?

Uno de los productores del documental, Mario Suárez, había trabajado en la revista varios años y se sorprendió al descubrir que mucha gente joven no tenía idea de que la revista había existido siquiera. Incluso gente que la conoció se había olvidado de su existencia, lo que para él resultaba un poco sorprendente. ¿Cómo podía ser que un medio que había significado un sacudón mediático tan fuerte hubiese quedado olvidado tan rápidamente? Por otro lado, yo conocía la historia de Landher y el intercambio de cartas que había tenido con otros adolescentes de sitios muy apartados de las grandes ciudades. Me había contado esa historia mientras preparábamos un corto que rodamos justo antes de la pandemia. Y me parecía una historia fascinante. Se me ocurrió buscar a esos otros adolescentes para ver cómo estaban viviendo hoy. Así que en un momento Damián Ainstein (el director) nos puso en contacto y decidimos darle forma a un mismo documental que uniera esas historias y otras, también relacionadas con la revista, que nunca habían sido contadas hasta ahora.

El documental refleja también un momento histórico en España y pone en conocimiento cómo vivieron ese momento de ‘salir del armario’ de muchos rostros conocidos. ¿Cuál era el principal objetivo de este documental?

Por un lado, queríamos revelar al público joven la historia de este grupo de periodistas jóvenes, algunos con muy poca experiencia, que se lanzaron a la aventura de hacer una revista y lograron llegar a un lugar de tanto impacto (a principios del 2000). Nos parecía que contar la lucha detrás de la revista y sus reivindicaciones (muchas de las cuales parecen darse por sentadas en la gente que nació con ellas) era una forma de motivarlos. Por otro lado, nos parecía muy curioso que España pasara de tener una ley de peligrosidad social todavía en los años 90 y apenas una década más tarde, ser el tercer país en el mundo en aprobar el matrimonio igualitario. ¿Qué pasó en la sociedad española para que se diera un cambio tan grande en tan poco tiempo? ¿Y dónde están esas conquistas hoy en día?

¿Qué fue lo más complicado del proyecto?

Teníamos muchos entrevistados y muchas historias que queríamos contar, pero había que encontrar una estructura que contuviera todo. Además, no queríamos recurrir a un narrador (una voz que introdujera la información). Queríamos que fuesen los protagonistas quienes hablaran en primera persona. Pero claro, eran tantos... Así que el gran desafío fue encontrar una estructura narrativa que pudiese articular tantas voces y tantos temas que queríamos abordar, no para dar conclusiones sino para abrir debates.

Nos ayudó mucho contar con parte del staff de la revista. Todos ellos fueron enormemente generosos, no sólo con su tiempo sino con los materiales que nos cedieron. Por ejemplo, Eduardo Rubaudonadeu, el fotógrafo y director de arte, compartió muchas fotos inéditas de aquellas producciones para las portadas.

¿Os esperabais el recibimiento que está teniendo?

Hubo algo que nos sorprendió mucho. En las proyecciones que hemos hecho con público, la gente se queda muy impactada porque el documental remueve recuerdos de su propia vida. Y me refiero a gente que quizás no leía la revista o ni siquiera la conocía. Lo que genera la película es preguntarse: ¿dónde estaba yo en ese momento? También a algunos les pasa que de pronto vuelven a recordar algo que habían olvidado, o la historia que le ocurrió a algún amigo... Es un documental lleno de ideas y a la vez remueve mucho las emociones de la audiencia.

La revista Zero nace en los años 90 cuando los derechos y la visibilidad del colectivo LGTBQ+ era mucho menor de lo que es ahora. ¿Cómo crees que influyó está revista en el avance de la sociedad española en este ámbito?

Zero llamó la atención de otros medios a partir de las figuras mediáticas que aparecían en las portadas, hablando de sus preferencias sexuales, que por entonces era un tema reservado. Una de las cuestiones que pone a la vista este documental es cómo ha cambiado nuestra relación con la idea de lo público y lo privado. Hoy con las redes sociales muchos aspectos de la intimidad se han vuelto públicos. Pero veinte años atrás mucha gente se cuidaba de mantenerlos separados. La estrategia de Zero era por un lado llamar la atención de otros medios y por otro plantear nuevos referentes.

Tengamos en cuenta que también en la ficción de los años 90 todavía había pocos personajes LGTBQ+. Y en las décadas anteriores, todavía menos. Cuando aparecían, eran motivo de chistes fáciles o estaban salpicados de negatividad (eran personajes marginales y perturbados). Zero fue uno de los medios que intentó ampliar la visión y dar una imagen diferente: las personas LGTBQ+ estaban en todas las actividades, en todas las clases sociales y también podían ser gente feliz. Dicho ahora parece una obviedad pero en esa época no lo era tanto.

El documental refleja la historia de personas reales que eran referentes en muchos sectores de la sociedad. ¿Qué fue lo que más te impactó de las historias que contaban estos personajes? ¿Hubo alguna en particular que te marcara más?

La historia de Landher me parece muy impactante. En aquel momento, sin redes sociales, para los adolescentes era mucho más difícil ponerse en contacto o tener con quien hablar de sus problemas. Sobre todo si vivían en lugares alejados de los centros donde conocer a otros adolescentes con quien compartir esas mismas inquietudes. Landher apareció en la revista y luego comenzó a escribirse con otros chicos y chicas de otros lugares. Y se escribían cartas de papel, ni siquiera emails. Volver a leer esas cartas fue muy conmovedor. En el documental las mostramos y Landher lee algunos fragmentos.

En lo personal me sorprendió mucho la entrevista con el coreógrafo Nacho Duato. Desde una gran sinceridad se abrió para compartir no sólo sus luchas sino también sus dudas. Eso le da al documental una cercanía muy importante. Al final estas personas no son héroes invencibles; son personas como nosotros que en un momento de sus vidas han decidido dar un paso adelante.

También fue muy impactante la historia detrás de las portadas que llamamos “institucionales”: esas personas que pertenecían a instituciones como la Guardia Civil, la Iglesia o el Ejército. Algunas personas recuerdan esas portadas pero nadie se imagina las consecuencias que tuvieron para sus protagonistas.

¿Es difícil guionizar un documental?

En este caso lo difícil era presentar a tantos personajes y relacionar cada uno con un tema específico. Por supuesto en la revista trabajó mucha más gente que la que mostramos, pero era la única manera de sintetizar. Luego teníamos el problema de la duración. Hubo entrevistas enteras que quedaron fuera. Y de otras, tomamos sólo unas declaraciones muy puntuales, aunque eran entrevistas super interesantes. Nos ocurrió eso con Carla Antonelli, por ejemplo, que es una persona con una vida increíble que merece ella sola un documental entero.

También intentamos que los entrevistados dialogaran entre sí; contraponer sus puntos de vista para que de esa manera el espectador se viera obligado a tomar partido, a posicionarse. Uno de nuestros desafíos era movilizar a los espectadores.

Un año más, contaremos con tu presencia en el Festival de Cortos de Soria donde se proyectará el documental. ¿Consideras necesario que los festivales de cine, los institutos, la formación y el espectáculo en general introduzcan este tipo de temas que antes era un tabú para enseñar y formar a los más jóvenes en la igualdad de género en este caso y normalizar este tipo de temas?

Me parece fundamental. Porque creo que cometemos un error si pensamos que la igualdad ya está conseguida. Por supuesto la sociedad actual es mucho más equitativa de lo que era hace 50 años pero aún así tenemos que seguir trabajando todos juntos para garantizar que todos nos sintamos integrados. Y eso tiene que ver con cuestiones legales pero también con cuestiones de mercado. Con el acceso a la vivienda, al empleo, por ejemplo. Como dice en el documental Ricardo Llamas: el matrimonio igualitario no resuelve todos los problemas. Pero ayuda, por supuesto. Y Anabel Alonso es muy clara sobre esto: su hijo puede estar protegido por la ley y eso es un cambio enorme.

Por eso es importante hablar de estos temas y seguir avivando la llama. Y creo que el certamen de Soria es un lugar de encuentro muy valioso. Su equipo tiene una vitalidad impresionante para generar actividades y la gente participa. Eso es maravilloso. Para los que nos dedicamos a hacer películas, poder encontrarnos en persona con la audiencia y conversar con ellos le da sentido a nuestro trabajo.

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